He pasado unos días de vacaciones en la playa y el sábado, para celebrar el cumpleaños de la sobrina de Lisa, fuimos a la discoteca del pueblo.
Justo en la entrada, dos tíos semiborrachos nos gritaron que nos metíamos en la guardería. Como el objetivo era que la homenajeada -que cumplía 15- experimentara lo que es eso de "ir de discoteca", no nos pareció mal.
Después de recorrer los dos "ambientes" de la discoteca, volvimos a la parte de abajo (en la zona superior no había más que las camareras).
Efectivamente, la distribución por edades de la gente en la discoteca, mostraba una clara predominancia de teenagers, una completa ausencia de veinteañeros, y una población con una media de 35 integramente compuesta por los miembros de nuestro grupo.
Como imaginábamos, la discoteca estaba llena de guiris de pelo rubio y piel de un blanco ajeno al sol de agosto, o rojo gamba por los efectos del mismo. Lo que no habíamos imaginado es que la mitad, aproximadamente, del total, y casi el 90% del personal masculino de la pista eran de raza negra. Con una estética importada de las calles de New York -camisetas de baloncesto/hockey, gorras o pañuelos anudados en la frente-, la música reflejaba la predominancia de este público eminentemente local (es decir, no estacional).
El dj con rastas les daba lo que quería, es decir, música com Sean Paul (la única que reconocí) y similar (dificilmente bailable, como puede comprobarse incluso en su propio video, a no ser que lleves una coreografía preparada con tu grupillo).
Le pusimos empeño, y ganas, pero simplemente, la música no nos acompañaba. Y el tío que ponía la música, menos. Supongo que él estaba en su propio mundo, y por eso las canciones se pisaban eternamente. O , congelaba un loop durante casi un minuto...
Puso el All that she wants, de Ace of Base, que por mucho chumba chumba que le pongas, tiene 15 añitos, por ejemplo... Además, no lo hizo entrar, simplemente, sino que -supongo que en su deformada percepción del mundo- lo soltó a saco, después de las primeras notas, volvió al tema anterior, unos cuantos mazazos de los graves, volvió al principio de all that she wants, mazozos, etc... hasta que lo soltó sin más, otra vez desde el principio, cuando suena una especie de flautilla electrónica... En fins..
A la peña le daba lo mismo lo que le pusieran, ya que en la pista el deporte nacional era "arrambarse a la guiri", en el sentido más fernando-estesero del término: los negratas con sus camisetas de baloncesto se contorsionaban buscando el contacto con la rubia de turno. La rubia accedía o no al emparejamiento. Una vez emparejados, podía ser que la rubia simplemente se abrazara, o bien que se restregara sensualmente contra su pareja.
Esto se prolongaba un rato, y después se deshacían las parejas...
A eso de las dos se produjo una fuga masiva de guiris hacia la puerta, supongo que coincidiendo con el último autobús de vuelta a los campings vecinos... A partir de entonces, el dj -por llamarlo de alguna manera- ya no tuvo que hacer siquiera las ocasionales concesiones a los éxitos del pasado, y se centró machaconamente en su música.
Así que al final, nos fuimos a casita, criticando como hago yo ahora nuestra salida discotequera.
Justo en la entrada, dos tíos semiborrachos nos gritaron que nos metíamos en la guardería. Como el objetivo era que la homenajeada -que cumplía 15- experimentara lo que es eso de "ir de discoteca", no nos pareció mal.
Después de recorrer los dos "ambientes" de la discoteca, volvimos a la parte de abajo (en la zona superior no había más que las camareras).
Efectivamente, la distribución por edades de la gente en la discoteca, mostraba una clara predominancia de teenagers, una completa ausencia de veinteañeros, y una población con una media de 35 integramente compuesta por los miembros de nuestro grupo.
Como imaginábamos, la discoteca estaba llena de guiris de pelo rubio y piel de un blanco ajeno al sol de agosto, o rojo gamba por los efectos del mismo. Lo que no habíamos imaginado es que la mitad, aproximadamente, del total, y casi el 90% del personal masculino de la pista eran de raza negra. Con una estética importada de las calles de New York -camisetas de baloncesto/hockey, gorras o pañuelos anudados en la frente-, la música reflejaba la predominancia de este público eminentemente local (es decir, no estacional).
El dj con rastas les daba lo que quería, es decir, música com Sean Paul (la única que reconocí) y similar (dificilmente bailable, como puede comprobarse incluso en su propio video, a no ser que lleves una coreografía preparada con tu grupillo).
Le pusimos empeño, y ganas, pero simplemente, la música no nos acompañaba. Y el tío que ponía la música, menos. Supongo que él estaba en su propio mundo, y por eso las canciones se pisaban eternamente. O , congelaba un loop durante casi un minuto...
Puso el All that she wants, de Ace of Base, que por mucho chumba chumba que le pongas, tiene 15 añitos, por ejemplo... Además, no lo hizo entrar, simplemente, sino que -supongo que en su deformada percepción del mundo- lo soltó a saco, después de las primeras notas, volvió al tema anterior, unos cuantos mazazos de los graves, volvió al principio de all that she wants, mazozos, etc... hasta que lo soltó sin más, otra vez desde el principio, cuando suena una especie de flautilla electrónica... En fins..
A la peña le daba lo mismo lo que le pusieran, ya que en la pista el deporte nacional era "arrambarse a la guiri", en el sentido más fernando-estesero del término: los negratas con sus camisetas de baloncesto se contorsionaban buscando el contacto con la rubia de turno. La rubia accedía o no al emparejamiento. Una vez emparejados, podía ser que la rubia simplemente se abrazara, o bien que se restregara sensualmente contra su pareja.
Esto se prolongaba un rato, y después se deshacían las parejas...
A eso de las dos se produjo una fuga masiva de guiris hacia la puerta, supongo que coincidiendo con el último autobús de vuelta a los campings vecinos... A partir de entonces, el dj -por llamarlo de alguna manera- ya no tuvo que hacer siquiera las ocasionales concesiones a los éxitos del pasado, y se centró machaconamente en su música.
Así que al final, nos fuimos a casita, criticando como hago yo ahora nuestra salida discotequera.
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